Imagen: Toni Grases
Apenas tres meses después de anunciar su retirada, hablamos con Ander Alcaine sobre su nueva vida, su trayectoria en el hockey hielo y cómo ve el futuro del deporte.
El pasado 25 de febrero, Ander Alcaine anunciaba su retirada del hockey hielo después de más de diez años de dedicación, en los que ha ganado todo a nivel nacional y ha cosechado grandes méritos con la selección. Una carrera en la que ha llegado a jugar como profesional en Francia e incluso probar en un campamento con los Toronto Maple Leafs de la NHL. Desde la RFEDH hemos querido comentar con él toda esa trayectoria, su situación actual en pleno confinamiento, su opinión sobre el estado del hockey hielo y más en esta entrevista adjunta.
¿Qué tal estás llevando la situación actual de confinamiento?
“Cuando todo empezó estaba haciendo un máster en Vitoria. Lo acabaron cancelando y poco después falleció mi madre, así que vine a Jaca con mi padre y desde entonces estoy pasando el confinamiento aquí. Una vez a la semana trabajaba en Urgencias, y este lunes he empezado en una clínica donde hago jornada completa cada día. Antes del estado de alarma sentía que necesitaba un descanso, llevaba muchos años a caballo entre el hockey, el máster y el trabajo. Les decía a mis amigos que me apetecía pasar un mes en casa, y ahora me lo recuerdan entre risas”.
Hace apenas tres meses que anunciaste la retirada. ¿Cómo viviste ese proceso?
“En abril de 2019, en el Mundial, di una patada a unas pastillas que había en el suelo y noté un latigazo en la espalda. Ahí creo que se desencadenó la hernia discal que luego me detectarían en diciembre de ese año. Cuando empezó la temporada 2019-20, el dolor en la lumbar siguió, no disfrutaba tanto jugando y veía que mi nivel había bajado. Siempre me he tomado el hockey hielo muy en serio, ha sido lo más importante de mi vida y eso a veces supone una carga. Pero básicamente lo que me hizo retirarme fue el dolor de la espalda. Tras un golpe contra el Barça en enero de 2020, fui a ver a los médicos y me recomendaron parar para evitar lesiones más graves, ya que también me diagnosticaron síndrome femoroacetabular en las caderas. Fue una decisión sencilla porque todas las señales me llevaban a dejarlo”.
De toda tu carrera en el hockey hielo, ¿qué momento te marcó más?
“En realidad hay dos. En 2007 disputé el FOJE (Festival Olímpico de la Juventud Europea) en Jaca, con apenas 15 años y contra selecciones U16 de nivel como Rusia, Eslovaquia y Suiza. Nos metieron tres palizas, pero disfruté mucho porque era diferente a un Mundial: estaba involucrado el CSD, nos dieron ropa especial, mis amigos vinieron a verlo… Sentí que el hockey hielo empezaba a ser algo serio, miraba a mis rivales y pensaba que podía llegar a ser como ellos.
El otro momento fue en 2011. Tenía 19 años, jugaba para pasármelo bien y había dejado a un lado la ilusión de ser profesional. Tras el Mundial de Hungría, me llamó Luciano [Basile] para que me fuera con él a Francia de suplente y le dije que sí, porque suponía cumplir mi sueño. Al día siguiente me volvió a llamar y me ofreció la titularidad. La Liga Magnus era muy buena, la sensación de felicidad tras esas dos llamadas fue indescriptible”.
¿Qué recuerdo guardas de tu año en Francia?
“Fue muy bonito ver cómo el vestuario miraba a un español de 19 años que apenas hablaba francés. Me tenían como un enchufado, pero tras acabar la Copa de los Alpes imbatido vieron que podía jugar. Éramos de los favoritos ese año; acabamos la liga en el Top 4 y ganamos la Copa de la Liga, que fue el mejor torneo que jugué. La temporada se nos hizo larga, ya que Briançon era un pueblo pequeño y apartado, y la gente estaba pensando más en acabar la temporada y volver a casa que en ganar. Pero en general lo disfruté muchísimo: jugaba contra rivales que habían estado en la NHL, en pistas grandes, la gente me reconocía por la calle… Lo recuerdo como el mejor año de mi carrera”.
Tras destacar en Briançon, te llega la ocasión de hacer un campus con los Toronto Maple Leafs de la NHL… ¿Cómo surgió la oportunidad?
“Empujado por Pablo Muriel, con unos 15 años fui a un campamento en Suiza con François Allaire de entrenador. François me decía que debía demostrar mi valía fuera de España, y tras tres o cuatro años yendo al campus, di el salto a Francia. Tras esa temporada en la que ganamos un título y fui jugador revelación, me llegó la invitación de François para ir a Canadá: había cumplido con mi parte. Pasé 15 días entrenando con aquellos jóvenes que tenían mucho nivel, alguno de ellos hoy está en la NHL. Tenía la ilusión que tras aquello me surgiera algo en América, pero no surgió nada. Por esperar esa llamada, llegué a julio sin equipo, por lo que acepté volver a España para seguir estudiando”.
¿Cuáles fueron tus claves para tener una trayectoria de éxito?
“Diría que en parte tuve suerte. De tener a Luciano de seleccionador y que quisiera llevarme a Francia, con otro seleccionador no habría llegado esa oportunidad. Poder vivir todo eso me hizo tener más pasión por el hockey y que me lo tomara muy en serio. Tras volver de Briançon tuve algo de depresión deportiva: había llegado a profesional, me había ido bien… Pero estaba de vuelta en España. Así que decidí que si me quedaba aquí, era para ganar y marcar las diferencias. Mi clave es que cuando me he propuesto alguna cosa, he sido muy constante y he luchado mucho por conseguirlo”.
«Cuando los niños de las categorías inferiores lleguen a senior puede pasar algo bueno; se está trabajando bien la cantera»
Si miras atrás, ¿sientes que te ha quedado alguna espina clavada?
“De lo que más me arrepentiré es de no haber podido entrenar en el hielo en los meses previos al campus de Toronto; no sabía cómo debía prepararme y no tenía a nadie que me dijera cómo afrontarlo. Por otro lado, si soy sincero, creo que al volver a España tomé la opción fácil. Era muy joven y no quería arriesgarlo todo al hockey, no me veía tan bueno como la gente decía. A nivel mental, siempre me he puesto en lo negativo. En mi cabeza, fui a Toronto por la amistad entre François y Pablo, me llevaron a Suiza por lo curioso de ver a un español jugando entre aquellos jóvenes… Además, puede que me faltara más trabajo físico para llegar al más alto nivel. Me da pena no haber podido alargar más mi buen momento en el hockey”.
¿Cómo de especial fue volver a jugar en Jaca?
“En aquel entonces estudiaba en Bilbao y estuve a punto de firmar con el Txuri por cercanía, pero tras una reunión con el presidente Pepe Arbués, y sumado a que mi madre se encontraba mal, fiché por el Jaca porque tenía muchas motivaciones para volver. Supuso un esfuerzo enorme, ya que tenía que hacer seis horas entre ida y vuelta para entrenar. Llegaba a Bilbao a las 2:00 de la mañana y a las 8:00 entraba a clase, pero no me importaba. Sin tener la mejor plantilla, logramos ganar dos ligas; estábamos muy unidos y fue especial reencontrarme con amigos de infancia en el equipo. Seguramente fueron los años que más disfruté desde que volví a España”.
¿Cómo ha evolucionado el hockey hielo desde tus inicios a la actualidad?
“Cuando empezaba, los seniors eran mayores, de 25-35 años. Era un hockey muy físico, de más contacto. Los equipos tenían más dinero y podían fichar extranjeros de alto nivel, y los nacionales también eran bastante buenos. Ahora mi sensación es que hay menos presupuesto y los fichajes no tienen tanta calidad. Eso hace que muchos jugadores con 23-24 años, cuando acaban de estudiar y empiezan a trabajar, lo dejen por falta de motivación. También influye no poder hacer una liga con más equipos, acabas jugando siempre con los mismos y eso te desgasta”.
¿Cómo ves el futuro del hockey hielo en España?
“Confío en que irá mejorando. En verano participo en campamentos y veo a muchos niños jugando a hockey, hay bastante escuela y eso es ideal para que el nivel suba y salga gente con talento. Ahora hay mucha cantera, hay muchos equipos y torneos, está el U10 y U12… Se están trabajando bien las categorías inferiores. Cuando estos chicos lleguen a senior, puede pasar algo bueno”.
¿Tienes pensado seguir vinculado al hielo de alguna forma?
“Como he dicho antes, trabajo con porteros jóvenes en campamentos y mi idea es seguir en el futuro. No tuve la suerte de tener un entrenador de porteros, solo a los 15 años cuando conocí a Pablo Muriel, y para los niños es una ventaja que alguien les diga cómo entrenar desde una perspectiva diferente a los demás jugadores. Solo me planteo volver a jugar en ligas de veteranos si la espalda me respeta. Eso sí, no para ser portero sino como jugador: de niño fue como empecé y me gusta también marcar goles”.
¿Te gustaría que las próximas generaciones de porteros te tuvieran de referente?
“Sí, la verdad me gustaría. El hockey hielo me ha dado los mejores momentos de mi vida, y poder ofrecer a otros chicos la oportunidad de vivir lo que yo he vivido, con clubes, con la selección… Sería muy bonito. Hemos ido a Mundiales como el de China, les hemos ganado en la final, has visitado la Muralla… Y un día después estabas en el colegio o la universidad y la gente te reconocía. Eran pequeños detalles que te hacían diferente y me encantaría que otros chicos tuvieran la ocasión de disfrutarlo. No somos profesionales, pero el hockey hielo nos ha dado mucha experiencia en la vida y nos ha permitido conocer a muchísima gente”.
¿Qué mensaje le darías a toda la familia del hielo?
“Les mando mucho ánimo a todos y todas; poco a poco vamos superando esta situación. Parece que será un reto empezar la próxima temporada, pero estoy seguro que saldrá adelante. Tenemos ya ganas de volver al hielo, los jugadores para competir y ahora yo, como aficionado, para disfrutar de nuestro deporte”.